
Un día, ella y su marido fueron de visita a Santiuste de Pedraza, aldea a 130 kilómetros de Madrid, les gusto y pensaron en cambiar de vida. Dicho y hecho. Abandonaron sus puestos de trabajo, dejaron Madrid y se instalaron en este pequeño pueblo donde tienen ahora su casa, taller y tienda desde donde elabora y distribuye estos maravillosos jabone realizados de forma totalmente natural, sin ningún elemento agresivo, y con aceite de oliva virgen de primera prensa en frío, a los que añade ingredientes siempre naturales, a menudo incluso recolectados en su propia huerta o en los campos de alrededor.
En alcalá podemos comprar "Los jabones de mi mujer" en Berakah (Calle San Felipe Neri, 3.)
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